Exulansis: La tendencia a renunciar a hablar acerca de una experiencia porque la gente es incapaz de entenderla.
John Koenig - The Dictionary of Obscure Sorrows
Schopenhauer, al igual que muchos genios creativos, como: Kant, Proust, Darwin, Kafka, Aristóteles o Darwin, odiaban el ruido.
Schopenhauer detestaba, entre otras cosas, los látigos usados en los coches de caballos. Si oyera las motos de hoy en día!.
Según él, las personas insensibles a los ruidos, lo son también al arte y la poesía.
En el excelente documental de Martin Scorsesse con Fran Lebowitz, en un momento dado, se dice que los psiquiatras de Nueva York se pasan el tiempo ayudando a personas que no soportan el ruido.
Almería, no es Nueva York, pero sin duda, he tenido la mala fortuna de vivir situaciones totalmente Kafkianas en los años que llevo aquí. Cosas que jamás me han pasado en los demás lugares donde he vivido.
Cómo me gustaría que Kafka viviese un año aquí y luego escribiese él este post…
Cuando descubrí la Sensibilidad Selectiva al Ruido. SSS Por sus siglas en inglés: Selective Sound Sensitivity o misofonía, entendí por qué he sufrido y sigo sufriendo tanto.
Por eso me he decidido a escribir este Blog, no sólo para explicar mi caso concreto, sino también cómo al no tener solución, sólo cabe adaptarse a vivir con ella.
Ciertos sonidos repetitivos, independientemente de su volumen, desatan o disparan una sensación de ansiedad, que no es una simple molestia, ni una manía, ni una locura, ni una fobia.
Es una reacción neurológica incontrolable que se somatiza de muchísimas formas.
Leer que las personas con misofonía no viven sino que sobreviven, me partió el corazón.
En mi caso, algunos de los ruidos que me enferman, no es que los escuche solamente yo. No tengo hiperacusia, los oye cualquiera que no tenga problemas de audición.
El problema es que solo me dañan a mi.
Me debilitan de una manera que el agotamiento es como el de haber corrido una maratón.
Recuerdo un amigo que cuando le preguntaban : “¿Le molesta que fume?”.
El contestaba : “No es que me moleste, es que me perjudica”.
La palabra diversidad está en boca de todos desde hace unos años.
Pues bien, también existe una diversidad neuronal y de sensibilidad. Espero que en algún momento, se fomente también ese tipo de empatía.
Escribo sobre esto, porque estoy cansada de escuchar planteamientos, que sitúan a las persona sensibles al ruido, en mayor o menor medida, como personas malhumoradas, caprichosas o que están mal de la cabeza.
La frase : “ No seas tan sensible”, me ha acompañado toda mi vida.
Siempre como un reproche.
La única persona que me ha dicho: “ Nunca te disculpes por ser sensible, nunca”, fue un dentista, cuando me oía pedirle perdón por necesitar más anestesia de lo normal.
Ser demasiado sensible, siempre se ha considerado un defecto. En lo puramente emocional y en lo sensorial.
Por ejemplo, yo nunca podía bajar al garaje de pequeña, me ponía muy mal. Tenía que subir al coche en la calle.
Gracias a un especialista en Australia, descubrí que la gasolina, el cuero y el plástico entre otros, son detonantes de las migrañas que comencé a padecer a los 10 añitos.
Ser diferente es algo innato, no manías que desarrolles con los años.
Yo utilizo el término Peculiar.
Peculiaridad: Característica propia de una persona o cosa, por la cual se distingue de otras.
La primera vez que me di cuenta de que iba a ser peculiar y no me equivocaba, era una niña. Tuve que dormir una noche en el dormitorio de mis padres. Tenían un reloj antiguo precioso, y el tic tac me retumbaba en la cabeza y no podía dormirme.
En otra ocasión, durante una comida familiar, había en el local una de esas pianolas que reproducen canciones en bucle.
Eran como 5 o así, no más y se iban repitiendo cíclicamente a lo largo de la comida.
A nadie le molestaba, sólo a mi, que estaba al borde de una crisis de ansiedad ( sin saber aún lo que era la ansiedad), oyendo repetirse las mismas 5 canciones.
Cuando daba clases de conducir, el profe no paraba de sacar y meter el boli con un click.
Le pedí que parase y que por favor no hiciese eso el día del examen. Me dijo que era demasiado sensible y recuerdo que yo le contesté:
“ Lo bueno de ser sensible es que lo soy también hacia los demás”.
He de decir que no suspendí las prácticas por eso. Simplemente, conducir no es para mi.
Como estos, podría dar 50 ejemplos más, que han cobrado sentido estos últimos meses.
La sociedad, en general, está muy sensibilizada con enfermedades que cuestan la vida cada año a millones de personas.
Una de estas enfermedades es la Salud cardio vascular. Primera causa de mortalidad en mujeres en Europa y Estados Unidos.
Existe mucha divulgación al respecto, pero no todo es optar por una alimentación sana, no fumar, hacer deporte, tener un trabajo que te apasione y tener ilusiones.
Existe un vínculo directo entre el estrés por ruido, sobretodo en el domicilio y las enfermedades cardiovasculares.
Es curioso como la Sociedad se solidariza con el resultado, no con los pasos intermedios para prevenir.
Justo hace unos días, un Señor decía en televisión, que hay varios bloques de edificios en los que todos están con tratamiento antidepresivo por el ruido que padecen al vivir al lado del tren.
Ciertos lugares o circunstancias, pueden resultarte hostiles, pero cuando el lugar hostil es tu propio hogar, las consecuencias son devastadoras.
La explicación de por qué enfermamos ante este tipo de situaciones, es absolutamente científica.
Cuando nos vemos sin salida, sin posibilidad de acción y sin posibilidad de evitar la situación que nos hace sufrir, sin poder predecirla o detenerla, entramos en un estado de inhibición, que nos hace más vulnerables a infecciones, a desarrollar cáncer, hipertensión y dolencias de estómago.
Cuando hay una salida, una posibilidad de huir, cuando podemos actuar ante un problema, nada de esto ocurre.
Por eso las personas sometidas a ruidos en su propia casa, acaban enfermando todas gravemente si no se marchan.
Esto se sabe desde los años 70 pero así seguimos.
Siempre se va al tratamiento de la ansiedad o la depresión, no a lo que puede evitar desarrollarlo.
Hace años se hablaba mucho de depresión, hoy día mucho más de trastorno de ansiedad generalizada, ataques de pánico o trastorno adaptativo. Nunca se han prescrito tantos anti depresivos o ansiolíticos.
Las pastillas, deberían ser el remedio a los desajustes químicos y a lo trágico, no a lo injusto o evitable. Pero ir con la Epidural por la vida es la única salida que se nos da a todos.
Que una de cada tres personas esté medicada y que la mayoría sea por vivir en inhibición y no poder escapar de un trabajo, una relación o un entorno o al menos rebelarse, es dramático.
Es como si te dijesen, bébete dos copazos cada noche y relájate.
Es idéntico. Lo mismo.
Se trata de acallar el dolor pero no atajar de frente ni confrontar las personas que causan dolor.
Antes nadie decía que se medicaba, ahora te sientes atacada si no quieres hacerlo.
-“¿Pero en este momento hay ruido?…
- “No”.
- “Entonces no hables de ello”.
Los efectos negativos de la exposición constante a los ruidos que nos dañan, no se detienen cuando se detiene el ruido.
Desde que conozco el término: Misofonía, entiendo que tan sólo puedo adaptarme a vivir con ella. Que no existe cura ni tratamiento farmacológico.
Recuerdo la película Hot Shots, cuando le daban a Lloyd Bridges unos tapones para los oídos...y se los bebía con un vaso de agua.
Bueno pues al revés....como no me ponga las pastillas en los oídos.
Hace semanas que pensaba escribir sobre esto, pero me bloqueaba el miedo a que todo empeorase, a que no se me entendiese, a que se me juzgase aún más.
Hoy renuncio al silencio, porque me va la vida en ello. Porque son muchos años ya…
Porque he puesto todo de mi parte para superar muchísimas cosas que estaban en mi mano, pero en este caso, no está en mi mano.
Porque aunque nada en absoluto cambie fuera de mí, si va a cambiar en mi.
Lo que ha cambiado, es que he identificado el ruido más dañino de todos: la opinión de los demás.
Ese es el primer ruido que hay que cancelar.
Para ello no hay auriculares de cancelación de sonido, tan solo cabe estar de tu lado.
La resiliencia o entereza, es la capacidad para adaptarse a las situaciones adversas con resultados positivos.
Asimismo, la resiliencia es la capacidad de tener éxito de modo aceptable para la sociedad a pesar del estrés o de una adversidad.
Pues ahí va mi forma de resiliencia: Estar de mi lado, para variar, y quitar de la ecuación la culpa.
Si los ruidos que comenté al principio me causan sufrimiento, imaginaos como me ha afectado lo que he vivido desde que me vine a Almería.
Con o sin misofonía, algunos ruidos no son de recibo cuando se vive en un piso.
La primera vez que me tuve que mudar de piso, fue porque la vecina de arriba, que además llegaba de madrugada a su casa, no se quitaba los tacones en todo el día.
La segunda, vino por unas Señoras que tenían un reloj que daba a la pared de mi dormitorio y que daba todos lo cuartos las medias y las horas con el sonido del Big Ben de Londres a todo volumen.
Llevaba un mes en ese piso y me decían que no era para tanto…no era para tanto ser despertada cada 15 minutos…( tengo entendido que es un método de tortura)…bueno pues una noche, me quedé con la nuca totalmente rígida y sin poder ni caminar. Tuvo que venir una ambulancia a la que me llevaron en andas.
Lo más increíble, es que las dos dueñas del piso que se negaban a apagar el reloj, no vivían allí. Al mes y pico de estar allí, me tuve que mudar…y NADIE lo entendió.
La tercera vez, me mudé a un ático donde Nuki y yo fuimos súper felices, hasta que todas las máquinas de aire acondicionado que había sobre mi azotea, todas las del edificio, comenzaron a vibrar y no podía ni dormir ni pensar.
Por lo visto después de mudarme las arreglaron e insonorizaron, o eso me han dicho.
NADIE entendió tampoco eso, ya que a nivel de decibelios no era ilegal.
Me vine al piso desde donde estoy escribiendo esto, huyendo de esa vibración tan dolorosa para mi. Ciertas frecuencias son terribles y esta lo era.
Fue una mudanza verdaderamente traumática, por un sinfín de incidencias y dificultades, además, en un momento bisagra en el que aún estaba formándome y deseando empezar mi nueva vida de diseñadora textil.
Pero la peor sorpresa vino al ver que tenía un nuevo ruido inesperado: El rastreo de muebles constante.
Reconstruirme y reinventar mi vida, en lo emocional y en lo laboral, fue un salto al vacío. Un acto de fe en mi misma y en la vida como he desgranado en muchísimos de mis posts.
Todo lo que había peleado tanto, se estaba desmoronando.
No podía ser que tuviese que desmontar una vez más mi vida por una cosa en teoría tan absurda. Tenía que pararlo.
Tuve la mala idea de ir a ver a los vecinos, de dejarles notas irónicas, (mi humor no se entendió, normal si hago caso a Schopenhauer), de escribir al Administrador, de pedir que se tratase en Junta de vecinos.
Fue muy mala idea, porque cuando al cocktail de falta de empatía le añades prepotencia, lo que consigues es que todo vaya a más.
Fue un error por mi parte.
Primero, porque me mostré ante ellos derrotada, agotada por todas las incidencias de una mudanza que se eternizó durante meses.
Segundo, porque legalmente, durante el día pueden hacer todo el ruido que quieran.
Tercero, porque aunque sean las tres de la mañana, son capaces de llamar a mi timbre a las tres de la mañana ellos para quejarse de que yo me queje al guarda.
Esa es la parte Kafkiana del asunto.
Si a mi padre le dijese el guarda que estaba haciendo ruido a las 3 de la mañana, la bronca me la llevaría yo, no la vecina que se ha quejado. Pero donde hay prepotencia, no hay sentido común alguno.
Porque para ellos la que no sirve para vivir en Comunidad soy yo.
dicho literal :“ Tienes un problema, porque yo en mi casa hago lo que me da la gana”. No se me olvidará jamás la sonrisa de malvada de culebrón de una de las vecinas. Y se lo dije a ella, le dije. “ ¿ Qué ejemplo de lo que es la empatía le estás dando a tus hijos riéndote de una persona que está sufriendo?”.
Me temo que se habla demasiado de la hipersensibilidad y no se habla nada de la falta de sensibilidad.
¿ Es normal que sólo exista la opción de mudarse por cosas evitables con unos simples tacos de fieltro o unas zapatillas o apagando un reloj?.
¿Es eso decente?.¿Es mostrar humanidad hacerlo a sabiendas de que daña al prójimo?.
Curiosamente, han conseguido mediante firmas, que cierren un bar. Es decir, que cuando a la mayoría les molesta algo, se mobilizan.
¿Es esa la clave? ¿Hay que ser mayoría?…o ¿Propietario quizás?.
Después de eso, durante el primer año, hubo un breve momento de “Estamos encantados contigo, parece que no viviese nadie encima “, que es lo que he oído literalmente en todos los sitios donde he vivido.
Pero duró poco…
Confiar en un vecino chismoso, puede propiciar una escalada interminable.
También se puede dar el caso de que una persona haga ruido como venganza por sentirse ignorada o no obtener respuesta a su acoso y vigilancia constantes.
Entonces todo se vuelve peor porque el rastreo de muebles se vuelve intencionado y pierdes el terreno que habías ganado demostrando que a ti te educaron manteniendo en mente que aunque un piso cueste un millón de euros, sigue siendo un piso y hay cosas que no se pueden hacer.
Por ejemplo, darle al niño para que aprenda a andar, el mueble más ruidoso de su casa para que lo use de taca taca o usar el balcón como si fuera el porche de una mansión de la mañana a las tantas.
Todo escala hasta que…un día te desmayas y la doctora de Urgencias te dice que pidas ayuda.
Así que naturalmente, hice lo que hacen todos los que sufren el mal trato de los otros: ir al Psiquiatra e ir al Neurólogo.
Como he dicho más arriba, no hay tratamiento específico para soportar el ruido.
Ambos me dijeron que lo único que podía hacer era mudarme.
Algo que no entraba en mis planes, porque el sufrimiento que padezco aquí, es proporcional a la ilusión con la que he hecho de este piso mi lugar de trabajo y a todo lo que he invertido en hacer de él mi hogar.
Lo que más me ayudó, es escuchar durante toda mi consulta con uno de ellos, que él estaba pasando por lo mismo que yo.
Cuando me confió lo que sentía hacia su vecino, se me pusieron los pelos de punta.
Eso fue lo que más me ayudó, saber que un profesional, experimentaba una rabia e impotencia, aún mayor que yo, hacia el mismo problema. Y sin poner sobre la mesa el tema de la misofonía!.Y no se habló de misofonía porque los ruidos que me estaban afectando NO son propios de la misofonía, son Universales, aquí y en Pekín.
El tratamiento que me puso fue terrible, las pastillas que me mandaron eran muy potentes. Sufrí una intoxicación medicamentosa en toda regla.
El médico me pidió perdón, por no haberme creído cuando le dije : “Soy muy sensible a cualquier química, desde una copa de alcohol a una triste pastilla de Valium que me puede hacer perder la capacidad de moverme de cuello para abajo”.
Estuve un año y medio tomando unas gotas que literalmente hacían que mi mente fuese más despacio. ( Leí hace unas semanas que las personas con misofonía, tienen un cerebro que va demasiado rápido).
Pero los rastreos y el saber que son deliberados, me siguieron causando la misma sensación.
Precisamente, durante el confinamiento, tomaba esas gotas.
Pero fue una total y absoluta tortura igualmente.
Recuerdo un Domingo especialmente terrible, cuando me quejé al guarda de los ruidos y me dijo : “Es que tienen invitados y me sabe mal molestarles”. Estábamos en pleno confinamiento estricto!.
La mezcla de prepotencia con falta de empatía y con SSS es algo explosivo.
Durante la Pandemia, millones de personas sufrieron este tipo de situación y claro, al final explota todo.
Contestas y les das su propia medicina.
Porque como expliqué, es el estado de inhibición, de no responder, de sumisión, lo que nos enferma.
Pero entonces, lo único que importa es tu represalia, no las horas y horas y días y años, desde 2017!!!!! que tú llevas sufriendo.
Y se añade un sentimiento de culpa al padecimiento que ya tienes.
Y aquí viene otra vez Kafka, a pesar de haber explotado, sigues recibiendo notitas y flores…
Normal que al final, decidiera establecer límites y denunciar directamente cualquier cosa que fuera denunciable.
Creerse intocable e indenunciable porque se es propietario, conlleva que se te amenaza con el argumento de: “ Estás loca, tienes que irte a vivir a una casa aislada y además no eres la dueña del piso, voy a llamar al propietario”. Llamarle para que te eche, se entiende.
La hipersensibilidad al irrespeto y la prepotencia, en todas sus formas, es locura para muchas personas.
Se que el problema es mío.
Pero también se que la que no sabe vivir en Comunidad, no soy yo.
A menos que para vivir en Comunidad haya que nivelarse por lo bajo.
Un vecino me contó que casi le parte la cara a otro por el ruido que hacían sus hijos. Cuando la gente educa a sus hijos desde su propia prepotencia, os podéis imaginar los resultados. Y este vecino, no padece misofonía.
En mi caso, tan sólo he informado de las notas y flores y mensajitos que he recibido. He denunciado cuando he podido, he permanecido estoica ante las burlas y he permanecido estoica ante los improperios que se me han dicho.
Nada que señalar en ese aspecto.
En otros pisos cuando voy de visita, las cosas son aún peor que aquí, y como todos los que padecen misofonía saben, lo único que podemos hacer es huir, alejarnos de la fuente de angustia.
Pero eso sólo se puede hacer cuando no es tu casa.
Cuando le de a PUBLICAR todo seguirá igual, pero al menos me habré liberado de no expresar con total libertad el daño moral, perjuicio a mi trabajo y problemas de salud tremendos que me causa todo esto.
Hay artistas que crean desde el dolor, por la naturaleza de mi trabajo, no es mi caso.
A veces todo está más tranquilo y a veces es un tormento. Depende también de quién se vaya mudando a los pisos en alquiler.
Pero ya no cometo el mismo error de llamar a su puerta y suplicarles. Ya aprendí que sólo te acabas sintiendo peor, humillada y juzgada.
Descubrir la existencia de la misofonía, no sólo me ha dado herramientas para hacerle frente, también me ha aclarado el por qué algunos sonidos activan un acto reflejo de replicarlos para amortiguar la sensación de agresión que experimento. Como los pisotones de elefante por ejemplo.
No es algo que me beneficie del todo, porque a mi me han educado muy firmemente en el no molestar a los demás en el: “niña que hay gente debajo” y al final he llegado a acabar pidiendo disculpas por darles su propia medicina o sintiéndome fatal y sin poder expresarlo.
Pero si saco el sentimiento de culpa de la ecuación y recuerdo cómo se han reído de mi sufrimiento, intentado que me echasen del piso e ignorado mis peticiones formales vía Junta de vecinos y Administrador, creo que yo he dado todos los pasos correctos hasta toparme con el muro de la prepotencia y contra ese muro, nada se puede hacer como persona que está de alquiler y que a sus ojos carece de derechos.
Así que al final no me queda otra. Entre sobrevivir o preocuparme por lo que piensen de mi, tengo que elegir sobrevivir.
Siempre se dice que nadie está solo, que de todo se sale, que todo tiene solución.
Suele decirse cuando alguien ya ha tirado la toalla y ya es todo demasiado tarde.
Y es verdad, nadie está solo.
Estamos rodeados de gente. A 1/3 no le importas, otro tercio no puede ayudarte aunque quiere y otro tercio, puede ayudarte y no quiere.
Nunca ha habido tanta divulgación, tantos psicólogos, tanto Post cursi en redes, tanto Blog como este, tantas plataformas de apoyo y Apps.
Pero hasta que la Psicología no deje de ser un negocio y se convierta en un estilo de vida, no habremos evolucionado como Sociedad.
Espero que las personas que lean esto y lo estén pasando mal, hayan encontrado algo que les ayude, incluido el medicarse si existe un tratamiento que funcione para ellas, y las que van alegremente diciendo que los demás están mal de la cabeza , hagan un poco de examen de conciencia, ya que la vida, siempre nos acaba dando a todos una lección de humildad, antes o después.
Muchísimas personas que se han reído de mis peculiaridades, han acabado sufriendo en carne propia cosas mucho peores.
Nadie está libre, de verse atrapado por algo, en algún momento.
Mi deseo es que todos podamos convivir en Paz. Sacando y ayudando a sacar a los demás, la mejor versión, no la peor. Entre mis peculiaridades, no figura en absoluto el rencor.
Y al tercio que ha intentado ayudarme o al menos empatizar conmigo, un abrazo.
Aún en pie.
Gloria.
A veces, lo único que puedes hacer es adaptarte.